“La alfabetización no es
un juego de palabras, sino la conciencia reflexiva de la cultura, la
reconstrucción crítica del mundo humano, la apertura de nuevos caminos, el
proyecto histórico de un mundo común, el coraje de decir su palabra.”
Paulo Freire
INTRODUCCIÓN
Hablar
de alfabetismo es un tema complejo, ya que muchas personas tienen un concepto
diferente de lo que engloba este término “hasta hace relativamente poco tiempo,
hablar de "lengua" era hablar, fundamentalmente, del conocimiento de
sus aspectos estructurales y formales, de su análisis. Hablar de lengua y, sobre
todo, enseñarla, se identificaba con hablar de y enseñar gramática”. (Isabel solé, 2000, p. 25)1
Para contextualizarnos primero, hay que definir que es el
alfabetismo. Esto lo entenderemos como la capacidad de los alumnos para aplicar
sus conocimientos y destrezas en áreas claves, analizar, razonar y comunicarse
de manera efectiva, plantear, interpretar y resolver problemas en distintas
situaciones.El alfabetismo además “es un conjunto de prácticas culturales y una
habilidad adquirida que caracteriza a los individuos, esto procesos se ven
afectados en forma periférica por los contextos sociales en los que las
personas leen y escriben” (Lauren B. Resnick, 1991)2
Por otro lado tenemos también el término antagonista de la
situación que no podemos manejar de forma aislada y con el cual nos encontraremos
siempre que pretendamos hablar de alfabetismo: el analfabetismo, este término no
solo es la carencia de preparación educativa, sino también de los valores, ya
que; sin ellos el individuo no tiene la capacidad para aspirar una vida digna
dentro de su entorno social.
El presente trabajo hablará de ciertos temas relacionados con el
alfabetismo, ¿cuándo podemos decir que un individuo es alfabetizado? ¿Dónde se
tiene el primer contacto con la alfabetización? ¿Qué tipos de alfabetismo
existen? ¿Todos cumplen la misma función o tienen el mismo fin?
Para ello tomaremos de referencia ciertos autores con los que
nuestras ideas concuerdan como Isabel Solé, Lauren B Resnick, Frank Smith y Paulo
Freire entre otros.
DESARROLLO
La alfabetización que se da en los primeros años de
vida es un proceso natural cuyo avance ocurre de manera inconsciente y se
relaciona con el contexto que rodea al individuo. Entonces, ¿Cómo aprenden los
niños todo esto? Según Smith “Ellos
aprenden por lo general sin que nadie se dé cuenta de que están aprendiendo,
por participar en actividades letradas con personas que saben cómo y porque
hacen esas cosas” (Smith, 1986, p.13)3
Es importante puntualizar que por alfabetismo se entenderá el concepto
antes mencionado, dejando en claro que estar alfabetizado no significa solo
saber leer y escribir. De acuerdo con Isabel Solé “Entre las personas alfabetizadas, las
diferencias no estriban en la posibilidad de leer, escribir, hablar y escuchar
(Garton y Pratt, 1991), sino más bien en la posibilidad de hacerlo de forma
competente según las exigencias de la situación en que se encuentre y de los
objetivos que persigan…” (Solé, 2000, p.28)1
Una primera impresión es que la escuela es la única
responsable de alfabetizar a los individuos, pero en realidad la primera
agencia de socialización en la cual se tiene contacto con la alfabetización es la familia, estructura
dinámica que actúa como mecanismo de interacción educativa, genera estímulos;
ofrece normas para regular la conducta y modelos a seguir para ser imitados.
Podemos corroborarlo en el texto de Emilia Ferreiro “Leer y escribir en un
mundo cambiante”cuando menciona que “Si el niño ha estado en contacto con
lectores antes de entrar a la escuela, aprenderá más fácilmente a escribir y
leer, que aquellos niños que no han tenido contacto con lectores…” (Ferreiro, 2000,
p. 5)4
No es fácil aceptar el nulo desempeño que la
educación formal tiene en su papel alfabetizador, pero es una realidad, para Frank Smith prácticamente no se alfabetiza en la institución
escolar y no es porque no se quiera, sino que, debido a la forma de trabajo, no
se cumple con este objetivo. ¿Cuál es esta forma de trabajo? Un procedimiento
completamente alejado del sentido social que se le daba a los antiguos
aprendizados cuyo método era efectivo por que “[…] había mucho menos
instrucción directa de la que acostumbramos en las escuelas y relativamente
poca práctica descontextualizada de las
habilidades relevantes para el oficio. En lugar de esto, mediante el trabajo en
colaboración, a menudo en tarea que los aprendices no podían desarrollar
enteramente por su cuenta, éstos practicaban
en un contexto que a la vez motivaba el trabajo y le daba significado”
(Resnick, 1991, p.22)
¿Por qué ahora los
alumnos de educación básica no tienen la cultura de leer y escribir? Una razón
es que en muchas ocasiones solo se les
ha enseñado técnicas de cómo llevar a cabo actividades en donde sólo se busque
obtener un resultado, para posteriormente considerarlos débiles de espíritu
incluso inmaduros por no poder comprender lo que están leyendo. La escuela no
propicia un ambiente alfabetizador donde
la lectura se tome como fin propio y no como el medio para realizar una acción.
Como nos dice Isabel Solé en los actuales centros educativos
“Las habilidades lingüísticas son más bien objeto de comprobación o de
evaluación que de enseñanza propiamente dicha. Cuando se le pide al alumno que
realice una exposición a sus compañeros sobre determinado tema; cuando tiene
que elaborar un resumen o una redacción,
cuando se le dice que lea, etcétera, en realidad se le está pidiendo que haga
lo que, muchas veces, no se le ha enseñado previamente.”(Solé, 2000, p.6)1
Esto es fácil de identificar puesto que si a
un alumno se le pusiera a leer un texto y al terminar se le pidiera que
comentara lo que entendió; comenzaría
por describir lo que habla el texto y no
realizaría una reflexión o análisis de lo que leyó. ¿Pero, en realidad se lee
por obligación o por gusto?“Hay niños que ingresan a la lengua
escrita a través de la magia y niños que entran a la lengua escrita a través de
un entrenamiento consistente en “habilidades básicas”. En general los primeros
se convierten en lectores; los otros, en iletrados o en analfabetos
funcionales”. (Ferreiro, 2000, p.6)4. Es aquí
donde se encuentra la gran diferencia, ya que con la primerase fomenta un
hábito o cultura por la lectura, siendo capaces de analizar lo que leen y
formando su propia toma de decisiones a través de proceso cognitivo analítico y
críticode lo leído; mientras que en la segunda sólo se maneja la información de
los textos escrita en un papel, los
alumnos no leen lo que investigan, carecen de la habilidad para seleccionar
información, realizando esto de forma mecánica e irreflexiva con el único
propósito de cumplir con las tareas que se les piden.
Si lo que se busca es que las instituciones
educativas funcionen como un medio para dar continuidad a la alfabetización que
inicia en el entorno en el cual el individuo se desarrolla, deben
considerar en la enseñanza las tres
categorías del alfabetismo utilizadas con mayor frecuencia para lograr el
aprendizaje:útil, informativa y recreativa.
El alfabetismo útil (también entendido como práctico o funcional) es aquel
que nos sirve para lograr metas inmediatas. Incluye textos orientadores donde
existe una relación estrecha entre leer y realizar una acción. Es aquí donde
“El lector necesita construir un modelo mental del sistema como un todo antes
de que le sea posible tomar una decisión de acción.” (Resnick, 1991, p.24). Este tipo de alfabetismo tiene origen
en el seno familiar donde ocurre el primer acercamiento.
El alfabetismo Informativo es utilizado para transmitir o adquirir conocimiento.
“las personas también leen para aprender acerca del mundo aunque eso no reporte
una utilidad práctica inmediata.” (Resnick, 1991, p.26)2. Si bien esto es cierto; que éste necesita un conocimiento previo en el lector
para relacionar el conocimiento nuevo con lo ya adquirido. Este tipo de
alfabetismo puede ser motivado por varios factores, ya sean sociales,
personales o laborales. La escuela funciona como un medio para obtenerlo aunque
no es la única instancia donde se puede adquirir.
En el alfabetismo recreativo se toma la lectura como fin. Es leer como una
forma de esparcimiento en sí y como lo menciona Lauren B. Resnick: “Las metas
que se pueden lograr por medio de la lectura recreativa son personales:
escaparse e imaginarse a sí mismo en condiciones más satisfactorias, […]
estimular la imaginación y satisfacer la curiosidad, […] penetrar en culturas y
situaciones vitales a las cuales personalmente no se tiene acceso.” (Resnick,
1991, p. 27)2. Es necesario que el lector descubra y desarrolle el placer por leer; por
esta razón no debe imponerse la lectura ni emplearse como forma de castigo,
sino más bien debe ser por decisión propia y por gusto. Los padres tienen una
función muy importante para fomentar este tipo de alfabetismo comenzando desde que
los aprendices son niños al leerles cuentos.
Entre las condicionantes para que el proceso de alfabetización se dé de
manera correcta encontramos a el ambiente, que, en este caso llamaremos
ambiente alfabetizador. A diferencia de lo que se puede pensar en un principio,
el ambiente alfabetizador, no está definido como un espacio especial, aunque,
es muy bien sabido que, para las actividades propias del estudio, los elementos
que se encuentran en el área en donde se está realizando la acción como por
ejemplo el ruido, la iluminación, la calidad del aire, etc. Influyen de manera
significativa en tu desempeño como estudiante.
Sucede de la misma forma cuando se está en el proceso
alfabetizador, aunque estos elementos no tienen tanto peso, como la sociedad misma
en la que se ejecuta la alfabetización, efectivamente, al parecer el éxito del
proceso está condicionado por el ambiente y éste a su vez está formado por las
personas que nos rodean. Lo que diferencia a este ambiente de todos los demás
es la forma en que se asocian personas con otras de manera inconsciente y con
el fin de mejorar, Frank Smith enumera los beneficios que se obtienen al hacer
este tipo de asociaciones “El aprendizaje que se realiza a través de
asociaciones tales como el club de los hablantes, hay siete aspectos o
características destacables. El aprendizaje es siempre (1) significativo
(2) útil (3) continuo y sin esfuerzo (4) incidental (5)
cooperativo (6) vicario y (7) libre de riesgos.” (Smith, 1994, p.12)3.
Éste aprendizaje por asociación resulta un proceso
completamente contrario a la visión de trabajo que se tiene actualmente en las
instituciones escolares, pues en el ambiente alfabetizador en donde se aprende
por medio de asociaciones y de ayuda mutua
“Todo
el aprendizaje se realiza sin riesgos. No hay evaluaciones periódicas, ni
exámenes finales, nadie espera que los miembros nuevos sean tan buenos como
todos los demás ni que “avancen” al mismo ritmo” (Smith, 1994, p.13). ¿Acaso esta forma de trabajo resulta
parecida a lo que se maneja hoy en la escuela?
La tarea que tenemos como docentes resulta titánica,
retomar la forma de trabajo implícita que se inculca desde los primeros años
antes de entrar a la escuela, y que prioriza el sentido práctico y útil del alfabetismo
en donde los alumnos, según Smith
“ven para qué se usa el lenguaje, ven cuales son las múltiples utilidades que
presta a los escritores o a los lectores. […] se los ayuda a escribir y a leer
toda vez que tienen un propósito propio que involucren estas actividades. Los
niños empiezan a participar en un campo siempre creciente de actividades letradas
en la medida en que tienen sentido para ellos, y el aprendizaje continúa. […]
puede identificarse con esas otras personas que se benefician con actividades alfabetizadas.”
(Smith, 1991, p.15)3.
Inclusive los mismos programas hacen que el propiciar un
ambiente alfabetizador sea casi imposible, pues recomiendan (¿o imponen?) Actividades y lecturas que resultan carentes
de sentido para el alumno, descontextualizadas
y triviales, que no hacen otra cosa más que sembrar en ellos el
pensamiento de que la lengua no tiene sentido alguno, que carece de
significado. A pesar de esto, con las múltiples enseñanzas de las que dispones,
la labor
docente debe de ir enfocada a exaltar el valor de la alfabetización y de
la lengua en todo momento.
Si se trabaja en conjunto con los tres tipos de alfabetismo que tienen como
objetivo lograr el aprendizaje en los alumnos podemos crear ambientes
alfabetizadores .Es responsabilidad del maestro como se llevan las actividades
dentro del aula y si se ponen en práctica los tres tipos de alfabetismo.
CONCLUSIÓN
Hay que romper con los paradigmas de encasillarnos a una
idea pobre y muy básica del concepto de alfabetismo. Hoy en día se necesitan
lectores en nuestras aulas más que iletrados o analfabetos funcionales, ya que
como nos menciona Ferreiro“La alfabetización no es un lujo ni una
obligación, es un derecho.” (Ferreiro, 2000, p.4)
Tenemos que dejar de pensar en el alfabetismo solo como una colección de
actividades sino más bien como una práctica cultural. Algo que se ejerza por
elección y decisión y se realice con gusto, más que por obligación. Lo ideal es
lograr hacer del alumno un individuo capaz de aplicar sus
conocimientos y destrezas en áreas claves, analizar, razonar y comunicarse de
manera efectiva, plantear, interpretar y resolver problemas en distintas
situaciones, y relacionarse de manera efectiva; para lograr alcanzar el enfoque
de esta asignatura, el cual menciona que para lograr este
objetivo o llegar a los aprendizajes esperados y vincularlo con las prácticas
sociales es necesario que el alumno sea capaz de lograr desarrollar las
competencias para la vida que son fundamentales.( Competencias para el aprendizaje
permanente, Competencias para el manejo de la información, Competencias
para el manejo de situaciones, Competencias para la convivencia, Competencias para
la vida en sociedad.)
Desgraciadamente a veces las escuelas se encuentran demasiado lejos de las
formas cotidianas de uso de la lengua es por eso que uno de nuestros retos como
futuros docentes es muy grande, pues recae en nosotros la responsabilidad de
“alfabetizar” a nuestro alumnos con todo lo que eso implica.
Por ello a la hora de dar clases es importante generar el gusto por la
lectoescritura en nuestros alumnos, buscando estrategias aplicadas en
actividades de lectura permanente llevada a cabo con dinámicas que despierten
el gusto de participar activamente en la lectura. Realizar actividades
planeadas por y para el grupo donde el alumno aprenda y se convierta en
“alfabeta” comprendiendo y aplicando lo que ha leído sin limitar su emoción al
hacerlo.
En estos días uno de los problemas frecuentes para el
desarrollo óptimo de las habilidades de la lectura y escritura es la forma en
la que influyen los avances tecnológicos como lo son la televisión,
computadora, videojuegos, etc., en la
vida de los adolescentes, ya que gracias a ello, el hábito de leer y escribir
se ha perdido en casi una totalidad.
Como docentes o futuros docentes debemos dar a conocer que
leer y escribir, no únicamente nos sirve para estar dentro del grupo de
personas alfabetizadas o como herramientas básicas de aprendizaje, sino que son
dos herramientas sumamente necesarias para el progreso, desarrollo personal y
la formación integral del individuo, así como también la principal vía de
acceso al conocimiento y a la cultura.
El reto actual es conseguir
que todos los jóvenes adolescentes reciban una educación de calidad y que
desarrollen y consoliden sus habilidades comunicativas como el hábito por leer
, escribir, hablar y escuchar; teniendo como objetivo que a futuro sean personas que puedan progresar y
desarrollarse en la sociedad que constantemente se va modernizando.
2 Resnick,
Lauren B. (1991), “El alfabetismo dentro y fuera de la escuela”, en Universidad
Futura, vol. II, núm. 6-7, Sylvia Schmelkes (trad.), México, UAM-A, 1991,
pp. 33-41. SEP (1993), Plan y programas de estudio 1993. Educación básica.
Secundaria, México, pp. 17-34.
3 Smith,
Frank (1994), “El club de los que leen y escriben”, en De cómo la educación
apostó al caballo
equivocado,
Buenos Aires, Aique (Serie de la palabra), pp. 11-29.
4.
Ferreiro, Emilia, "Leer y escribir en un mundo cambiante", en Novedades Educativas, año
X11, núm. 115, julio de 2000, Buenos
Aires, Novedades Educativas, pp. 4-7.